El 15M y la Voz del que Sabe

(Este texto se publicó en el blog Interferencias, de eldiario.es)

Crecimos aplastados por la Voz del Telediario, que nos decía: “esto es lo que hay”. Búscate la vida, este es el menos malo de los mundos posibles. Estudia, gana dinero y algún día tú también les podrás decir a otros: “esto es lo que hay”.

Pero, ¿por qué creíamos -y aún a veces seguimos creyendo- en esa Voz?

Tal vez porque no era sólo la Voz del Telediario: era la Voz del que Sabe. Siglos de autoridad, de expertos, de datos, de cifras, de intelectuales, de “grandes hombres”, de “ese tipo es un genio”, de “progreso moderno europeo”, de “todos los países más avanzados”, no pueden estar equivocados. ¿O sí?

27 de octubre de 2013: unos 4,7 millones de personas ven el primer episodio de la séptima temporada de Salvados, “¿La vida sigue igual?”, que se pregunta si algo ha cambiado desde que comenzó la crisis. Y ahí está otra vez la Voz del que Sabe, hablando ahora por boca del periodista y escritor Arturo Pérez-Reverte:

No va a cambiar nada, Jordi, no va a cambiar nada de nada. Si hoy hubiera una revolución la gente saldría a ver si le han quemado el coche lo primero. ¿Tú sabes por qué quiere la gente que pase la crisis? Para volver a hacer exactamente lo mismo que hacía antes: para volver a comprarse un coche, una hipoteca, para irse de nuevo a Cancún de vacaciones…

Nos suenan esas frases. El que Sabe nos explica siempre lo que “la gente” realmente quiere. Pero se le ve nervioso, alterado. Últimamente grita más, como si tuviera más dificultades para hacerse oír: “¡el acriticismo, la incultura, el cainismo, la vileza, la envidia, eso somos nosotros, somos los españoles!”, insiste Reverte. Parece que hay que añadir ahora el consumismo y la irresponsabilidad, según confirma el propio presidente Rajoy: “En España nos hemos pasado gastando lo que no teníamos. Hemos comprado a crédito segundas viviendas, televisiones de plasma, viajes al Caribe…”

Y nuestros “grandes hombres”, sentencian:

“Lo natural es la barbarie, y no la civilización”: Muñoz Molina, 2013.

“Las masas son previsibles y -como es lógico- gregarias”: Javier Marías, 2012.

“La masa es lo que no actúa por sí mismo. Tal es su misión. ha venido al mundo para ser dirigida, influida, representada, organizada…”: Ortega y Gasset, 1929.

Hemos visto demasiadas películas de ciencia-ficción como para no saber lo que es una profecía auto-cumplida. El eco de la Voz del que Sabe se reproduce inevitablemente en miles de comentarios por todas partes:

“la gente es idiota”, “es que la gente es inculta”, “el país está adormecido”, “en este país no hay educación”, “tenemos los políticos que nos merecemos”…

O también:

“yo de política no entiendo”, “no tengo estudios, no sé hablar bien”, “nosotros no podemos opinar porque no sabemos”…

Y por supuesto, estos otros:

“no es mi problema”, “a mi que me dejen en paz”, “cada cual a lo suyo”, “ellos roban, pero yo haría lo mismo si pudiera”…

Son tantos y tan fuertes estos miles de ecos, efectos y resonancias de la Voz del que Sabe, que a veces se nos olvida lo fácil que es dejar de escucharlos.

Pero en un momento alguien se planta y rompe el círculo. Simplemente preguntando: “¿y si no fuera así?” Alguien apuesta por la inteligencia de los demás, y por la suya propia, y en ese momento ya se ha roto el hechizo. La gente somos nosotrxs y no tenemos ni un pelo de tontxs.

La Voz del que Sabe no se callará, en cualquier caso: “son antisistema”, “la consigna está tomada del libro de Stephan Hassel Indignaos, un libro que no es nada”, “¿se puede cambiar el mundo? Es muy difícil, estamos viendo un mundo dominado por el dinero, por el consumismo, esto es lo que hay…”, “los jóvenes de hoy viven mucho mejor que hace 40 años”…

Hasta que alguien, cualquiera -en este caso una mujer llamada Cristina, de Burgos- marca el número de teléfono de la Radio y rompe el círculo:

Tengo 46 años, estuve en la manifestación de Madrid este domingo y tengo que decir algo: había muchísima gente joven, pero éramos gente de todas las edades y condiciones. ¿Antisistema? Sí, evidentemente: los políticos y los banqueros y los que realmente están apoyando esas medidas que están recortando todos los derechos que a nuestros padres y a nuestros abuelos les costó sangre, sudor y lágrimas ganar, nuestros políticos a los que hemos votado, que están dirigidos evidentemente por las mismas manos del capital que están dirigiendo también los medios de comunicación, son los que están convirtiendo a nuestros jóvenes, a nuestros hijos, en antisistema. Porque los están dejando fuera del sistema.

Y cuando el círculo se rompe, no es para saber más que la Voz del que Sabe, sino para saber de otra forma: sabiendo que hay cosas sobre las que todo el mundo sabe. Como la dignidad. Sabiendo que no es más digno quien sabe redactar una propuesta de ley para abolir los desahucios que quien sabe ponerse delante de una puerta para que nadie pase -o quien sabe aportar un abrazo, un grito o un tuit a tiempo. Sabiendo que no es más digno quien sabe instalar un equipo de megafonía, que quien sabe cocinar una paella. Ni lo es más el que maneja el bisturí que quien ha sacado adelante a cuatro hijos.

Cuando el círculo se rompe, de repente nos damos cuenta de que la gente sabemos hacer millones de cosas. Y lo que se somos capaces de hacer se multiplica. ¿Un 80% de la población apoyando a un movimiento de plazas ocupadas en las que se vive sin dinero? ¿Más de mil desahucios parados y más de mil personas realojadas? ¿La privatización de los hospitales de Madrid ilegalizada y su responsable obligado a dimitir? ¿Cancelados también proyectos de urbanismo salvaje y especulativo como los del barrio de Gamonal? ¿Infinidad de proyectos cooperativos, colaborativos, de solidaridad vecinal proliferando por todo el estado? Nada de esto era posible según la Voz del que Sabe. Pero lo ha sido.

Crecí, en fin, tan aplastado por la Voz del Telediario, por la Voz del Experto, por la Voz del Opinador, por la Voz del Maestro, por la Voz del que Sabe, que nunca imaginé que iba a vivir una apuesta tan fuerte por la inteligencia y la capacidad de cualquiera como la que se sigue viviendo hoy en el estado español.

Me alegro mucho de haberme equivocado.

Feliz 15M.

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